"HACED VOSOTROS LO MISMO"
("Haced esto en memoria mía")
Texto bíblico: Jn 13, 1-15
Comenzábamos estas reflexiones, en el camino de la Cuaresma, pidiendo al Señor la visión de la fe - ¡Señor, que vea! - para conocerlo mejor, amarlo más y seguirlo más de cerca. Nos adentrábamos el pasado día en el misterio de Jesús - "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios" - Esta tarde nos vamos a detener en el Misterio de nuestra fe, la Eucaristía, para escuchar las palabras del Señor: "Haced esto en memoria mía". Por eso, Juan nos transmite, en su lugar, el lavatorio de los pies y nos dice: "Haced vosotros lo mismo".
El misterio de la fe actualiza la entrega del Señor hasta morir por nosotros, y por todos los hombres, en la Cruz. "Cristo se entregó por nosotros", "Por tu cruz y resurrección nos has salvado, Señor", "Cada vez que comemos de este Pan y bebemos de este Cáliz anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas".
Vamos a acercarnos a esa Cruz, misterio de amor, de perdón y de reconciliación entrañándonos en la Eucaristía. "Poned los ojos en el Crucificado y haráseos todo poco" (Sta. Teresa de Jesús).
Algunas ideas y sugerencias para la oración
1. La Cruz nos revela el amor 'filial' de Jesús, su obediencia, su plena comunión con el Padre (Jn 4, 31-34; Lc 22, 19ss) y nos manifiesta el amor del Padre que envía a su Hijo al mundo para salvarlo (Jn 3, 16-17; Mt 21, 36-46; Rom 5, 8-10).
Es el momento definitivo de la revelación de Dios. Dios nos manifiesta su 'misterio', su identidad, su ser... en la Cruz de Jesús. (Cfr. Jn 12, 23-28: "Jesús dijo: ha llegado la hora en que el Hijo del Hombre va a ser glorificado. Yo os aseguro que el grano de trigo seguirá siendo un único grano a no ser que caiga dentro de la tierra y muera sólo entonces producirá fruto abundante").
Moisés había pedido a Dios: "Déjame ver tu gloria" (Ex 33, 18). Hay Salmos que expresan ese inmenso deseo en el corazón del hombre: ver la intimidad de Dios, su rostro. Es en Cristo donde se nos es dada la gracia de ver la gloria de Dios, el Padre, con el rostro descubierto (Cfr. 2Cor 3, 7-4,12).
Sólo contemplando y entrando en este misterio podemos ver la belleza de un amor hasta la locura, el de Dios. "Dios es un abismo de ternura" (S. Vicente de Paúl)
Es el derroche de amor más grande con nosotros (Ef 1, 9-10), sobreabundancia de gratuidad frente al poder abundante, mortal y suicida del pecado (Rom 7, 11; 5, 20).
Ningún poder mundano ni humano supera al amor eficaz de Dios, atesorado en la muerte de Cristo (Rom 8, 31-39).Somos llamados a glorificar al Padre desde ese mismo amor de Jesús, que en la Cruz ama a la Humanidad con el mismo amor del Padre (Jn 14, 9-11; 15, 1-17).
2. El fruto de la Pascua redentora de Cristo es el Espíritu, pacificador, re-creador. (Jn 19, 30; 20, 22; Lc 24, 49).
Pentecostés es el término (plenitud) de la Pascua. Es el vino nuevo que trae el Esposo en sus bodas eternas con la humanidad.
Y ese mismo Espíritu, que transforma el pan y el vino, desciende sobre la Comunidad eucarística para, comulgando con Jesús, ser testigo, embajadora, de su reconciliación y pacificación.
"Derrama sobre nosotros el Espíritu del Amor, el Espíritu de tu Hijo". Así o en formas semejantes se expresa la invocación (epíclesis) sobre la comunidad cristiana en todas las anáforas.
El que hizo posible la Encarnación y la Redención, el Espíritu, hace posible una vida nueva, recrea."He aquí que hago nuevas todas las cosas" (Apoc 21, 5). "El que es de Cristo es una criatura nueva” (2 Cor 5, 17)".
3. "Haced vosotros lo mismo" - La Eucaristía, principio y proyecto de misión (Cfr. MND, IV)
El Papa ha dedicado todo este año, hasta Octubre del 2.005 (Sínodo de Obispos), a la Eucaristía. Un breve documento, que tiene de fondo el relato de Emaús (‘Mane nobiscum Domine’), nos habla de la Eucaristía como "una forma de ser que de Jesús pasa al cristiano y de éste se irradia al mundo, cultura...", la forma de ser de Dios. Por eso, quien come de este pan y bebe del cáliz debe sacar la “pinta” del Padre, porque se alimenta del Hijo.
Y es que la entraña de la Eucaristía es se inmenso amor del Padre que entrega al Hijo para que nosotros podamos ser hijos. "Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo Único". Y el máximo amor del Hombre – Jesús - al Padre. Porque Eucaristía y Caridad son inseparables, no se pueden divorciar. Es el mismo Cristo en el sacramento del pan y del vino y en el sacramento del hermano. Y lo que Dios ha unido no lo puede separar el hombre. En todo caso es el sacramento del pobre el que garantiza nuestro encuentro con el Señor en el sacramento eucarístico.
¿Habéis pensado por qué el Jueves Santo y el Corpus son Días del Amor Fraterno y de la Caridad, respectivamente?
En la Eucaristía se condensa la Vida del Señor, su Pascua, lo que Dios nos revela. La eucaristía “sacramentaliza”, hace presente, actualiza, expresa... el misterio de Dios, el “ser de Dios” que San Juan definió como Amor.
Por eso nunca es más real el amor que en la Eucaristía, porque es la entrega radical, total, hasta la locura de Dios, en su Hijo Jesús, por nosotros y por todos los hombres.
Por eso, celebrar la Eucaristía es “empaparnos”, es comulgar, es comer el mismo Amor de Dios en carne viva. "Quien come mi Carne y bebe mi Sangre tiene Vida Eterna... y yo lo resucitaré."
¡Qué bien lo han entendido los cristianos mejores! "¡No nos dejéis sin la Eucaristía!", decían los mártires.
Comulgar a Jesús es comulgar con Jesús, con esa "forma de ser". "Tomad lo que sois, el Cuerpo de Cristo; sed lo que tomáis, el Cuerpo de Cristo" (San Agustín).
Se entiende que el Papa exprese la íntima y recíproca relación entre banquete y anuncio, entre Eucaristía y misión - testimonio cristiano.
La despedida en cada Misa constituye una consigna: "Podéis ir en paz = Glorificad al Señor con vuestras vidas"... expresa la misión, porque si hemos comulgado con Cristo es para hacer de nuestras vidas embajadas de su entrega y amor hasta la locura.
"Vivir la Eucaristía es entregarse a los otros, llegando a ser para ellos, por el amor y la contemplación eucarística, algo devorable” (R. Voillaume). "No lucimos porque no ardemos" (Santo Tomás de Villanueva)
Y es que la Eucaristía proporciona no sólo la fuerza interior -“Hasta mañana en la Eucaristía” - sino también el “Proyecto”.
Por eso, insiste el Papa en "que todo fiel cristiano asimile los valores que la Eucaristía expresa, las actitudes que inspira y los propósitos que suscita..." Y señala tres:
Vamos a celebrar la Pascua, vamos a renovar nuestra condición de cristianos en la Iglesia y en el mundo. Escuchemos la palabra del Señor: "Haced vosotros lo mismo". Pidamos al Señor la gracia de la fe, de verlo con nuevos ojos, para conocerlo mejor (confesarlo) amarlo más y seguirlo hasta dar la vida.
¿Cómo siento el amor de Cristo en la Cruz? ¿Es la Eucaristía para mí ese acto inmenso de amor hasta la Cruz?
¿Mi vida transmite que Dios está a favor de la humanidad, de cada ser humano, hasta el extremo?
¿Cómo vivo y experimento el amor del Padre? ¿Me recibo, acepto y comprendo desde su Amor?
¿Soy consciente de lo que ha costado mi salvación? (Rom 5, 7-8; Gál 2, 19-20)
¿Me siento impulsado por el Espíritu para llevar a los hombres la unidad en el amor de Dios? ¿Cómo? ¿En qué?
¿Me siento sostenido por el Espíritu en medio de mis cruces, mis agobios, mis preocupaciones?
Manzanares 2005
Día Tercero
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