En 2005 Pedro predicó las charlas cuaresmales de la Hermandad de Jesús del Perdón de Manzanares, los días 25 de febrero, 4 y 10 de marzo en la ermita de la Vera Cruz.
Se conservan los textos de aquellas tres jornadas en el formato original con que fueron redactados: una estructura esquemática, con enfatizados, subrayados, pausas, citas, etc. Es decir, un guión para el orador, como apoyo a la palabra declamada. El mismo texto, desprovisto de esa forma utilitaria y maquetado a modo de ensayo, conserva toda su riqueza y profundidad. Corresponde al lector imaginar – o recordar, si conoció a Pedro – el vigor que estas palabras tuvieron en su boca.
Dada la extensión de las tres charlas, serán publicadas de una en una a lo largo de la Cuaresma de 2024. Cada una de ellas termina con una invitación a la reflexión individual, provocada por unas sencillas preguntas que apelan a nuestra vivencia, como cristianos, de las cuestiones planteadas a lo largo de la exposición.El Espíritu Santo nos enseña: es el Maestro interior. Nos guía por el camino justo, a través de las situaciones de la vida. Él nos enseña el camino, la vía. En los primeros tiempos de la Iglesia el Cristianismo era llamado “el camino” y Jesús mismo es la vía.
“SEÑOR, ¡QUE VEA!"
Introducción:
Dos cosas para comenzar: una, sólo soy un guía, un ayudante que señala al Único que nos puede salvar y dar luz; segunda, no basta con estos veinte o treinta minutos si de verdad queremos encontrarnos con Jesús. El hecho de que sea semanal este encuentro puede ayudar para sacar 'momentos'. Os dejo un pequeño guión con ese propósito.
Lo más importante de la Cuaresma es su meta: la Pascua. En ella renovamos nuestra condición de “cristianados”. La Cuaresma es tiempo de discernimiento de esa condición que vamos a renovar.
El domingo 1º de Cuaresma orábamos así: "Al celebrar un año más la santa Cuaresma, concédenos, Padre nuestro, avanzar en la inteligencia del misterio de Cristo y vivirlo en su plenitud".
Por eso, iniciábamos este tiempo cuaresmal con la primera llamada del Señor al inicio de su misión: "Conviértete y cree en el Evangelio" (Cfr. Mc 1, 15). Convertirse es creer, creer es conocer-ver de forma nueva, conocer es amar y amar es seguirlo.
Decía San Ignacio de Loyola en sus famosos Ejercicios: contemplamos el Misterio de Jesús... “para conocerlo mejor, amarlo más y seguirlo más de cerca..."
Partimos de este texto: Mc 10, 46-52
1. Creer en el Evangelio, creer en Jesucristo... ¿Qué significa tener fe, creer en Jesús?
Porque ahí está la verdadera cuestión...
Debe estar claro lo que no es: carga, cumplidos, arrebatos, creencias, costumbres, chantajes, emociones.... A veces se le dan ciertos sentidos que son impropios: opinar, dudar, posibilidad...
El sentido propio y correcto de la Fe cristiana es la entrega de toda la persona, en confianza absoluta, a ALGUIEN que se le manifiesta como Padre y Creador, como Señor y Salvador, como Vida y Esperanza.
Los medios pueden ser múltiples: contagio natural en la familia, un testimonio o una palabra o un acontecimiento o un crecimiento cotidiano..., pero la iniciativa está en Dios que se encuentra con la libertad del hombre y sus ansias profundas de "ver" (sed, hambre, deseo de escuchar, de oír, de gustar... Salmos que evocan todo esto: 34, 42, 63, 77, 121, 123, 131, 139...)
Los “gestos” o signos-milagros de Jesús hacen referencia a los sentidos del alma que deben abrirse para acoger a Dios que se manifiesta.
La fe es una “pro-vocación”. Alguien afirmó que la fe era “como la sonrisa de un recién nacido”, es "como enamorarse"... ¿Os habéis preguntado por qué Dios en la Sagrada Escritura compara tantas veces a una boda, a un matrimonio, a una alianza... su relación con el ser humano?
En definitiva, la Fe es una nueva manera de ver y de vivir la vida (Cfr. Mc 10, 46-52). Es cuestión de seguimiento personal, de encuentro, de "vivir lo que creemos”, si no queremos terminar “creyendo conforme vivimos". Aunque todo ello se exprese en verdades razonadas y razonables.
2. Creer en Jesús, ante todo, supone:
Fiarme de Jesús en la vida: que de todos los caminos que me ofrece la vida y me proponen para ser hombre o mujer (bombardeo de cómo ser feliz), yo me fío absolutamente del camino que Él me propone.
Cristo no vino a enseñarnos una doctrina filosófica, sino a ser Testigo de la Verdad (Dios está con nosotros), a comunicarnos la novedad de la Vida de Dios. No proclama una moral o una ética, no empieza por exigencias. Ofrece un gozo, una alegría. "Dichosos los que os atrevéis a amar tanto que tenéis corazones de pobres, limpios, solidarios, compasivos, amantes de la verdad y la justicia, fieles hasta morir...”
Si Cristo enamora y arrastra no es por lo que dice, sino porque vive y es lo que dice o dice lo que vive. Gandhi: “Me sentí fascinado oyendo hablar de Cristo. Fueron los cristianos los que me decepcionaron”. Viendo a Teresa de Calcuta, un hindú dijo al preguntársele que era para él un cristiano: “Un cristiano es alguien que se da”. Y un hombre que conoció al cura de Ars (San Juan María Vianney) pudo decir: “Hoy he visto a Dios en un hombre”. De Juan XXIII pudo un ateo decir: “Si Dios existe tiene que parecerse a Juan XXIII”.
3. La FE es un gran reto, hoy
Las grandes decisiones de la vida están apoyadas en una confianza: “Yo creo en ti”. ¡Es muy humano creer! Se cree con razones; las razones de la Fe cristiana están en el mismo Jesucristo: “Él es digno de Fe”.
Pero el ambiente que nos rodea dificulta la Fe… Hay muchos bautizados sin ser creyentes por conversión. Nos dejamos llevar: antes uno creía con sólo dejarse llevar, hoy uno no cree porque también se deja llevar. Además, Dios siempre es incómodo, como la luz.
Nos ocurre como aquello que cuentan de una vez que un hombre encontró en el campo un huevo de águila. Lo llevó a su corral y lo puso con las gallinas para empollarlo. A su debido tiempo nació un aguilucho, que creció junto a los pollitos picoteando y caminando en el barrizal. También, como ellos, corría con las alas abiertas dando pequeños y alegres saltos. Pero nada más, se comportaba como las gallinas y los gallos. Un día apareció en los cielos, con sus majestuosas alas extendidas, un águila imperial.
- Qué es eso?, preguntó a las gallinas.
- Es un águila, respondieron. La reina de todas las aves. Pero ni tú ni nosotras podemos ser como ella.
El aguilucho continuó en el corral, picoteando y cacareando como los gallos, en medio de las gallinas. Aunque todas las células de su cuerpo se habían como electrificado al ver al águila. Nunca olvidaría ese momento en que su corazón latió a ritmo acelerado. Pero murió como gallina y gallo de corral.
4. Vivir la fe: La fe se contagia con la vida, la palabra y el testimonio.
Ésa es nuestra propia experiencia... se contagia. Hoy se escucha mejor a los testigos que a los maestros. Y a éstos si son testigos. Así lo hizo Jesús:
5. Para orar...
¿Cómo es tu fe, una actitud en la vida o un sentimiento?
¿Tienes deseos verdaderos de seguir a Jesús por el camino de tu existencia?
¿Qué te estorba en ese seguimiento de discípulo del Señor?
Adora, bendice, alaba, intercede...
Reza con un Salmo, despacio, saboreándolo...
Ora, en lo profundo de tu corazón: "Señor, ¡que vea!"
Pide la gracia de encontrarte con el Señor...
Manzanares 2005
Día Primero
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